Malditos vecinos
A veces la recurrida pregunta “¿qué te llevarías a una isla
desierta?” tiene una respuesta muy
clara: cualquier cosa, menos vecinos. Y no se trata de un caso de
comportamiento antisocial ni de exigencias incomprensibles; es cuestión de
supervivencia.
De acuerdo que no es necesario que nuestros vecinos nos den
la bienvenida con tartas, al más puro estilo made in USA, pero demostrar un
poquito de empatía sí que se agradecería. Algunas situaciones, como hacer ruido
a horas inadecuadas, si suceden de forma aislada pueden recibir la etiqueta de
“están dentro de la normalidad” porque la empatía debe circular en ambos
sentidos. Pero cuando con frecuencia tu vecina del piso de arriba decide
limpiar a las seis de la mañana y para ello arrastra todos los muebles posibles por
el suelo o pone música con el suficiente volumen como para que se escuche en
todo el edificio, entonces admite la etiqueta de “me gustaría explicarte qué
es la educación”.
Lo que me resulta más triste es que, al final, los
perjudicados somos los que aguantamos circunstancias adversas por no generar un
conflicto. Y no sólo en el ámbito vecinal, sino en nuestro día a día. Flaco
favor nos hacemos a nosotros mismos y a aquellos de quienes somos ejemplo, pues
está comprobado que sin luchar no se consigue nada. Creo firmemente que con
buenos modales se puede expresar absolutamente todo. Desde un “¿perdona,
podrías bajar la música?” hasta un “disculpa, te has colado en la fila”.
Es importante que no nos resignemos. Que se empieza soportando
a un maldito vecino y se acaba haciendo lo mismo con un Presidente (no, no me
refiero al de la Junta vecinal).
- Película que da título al post: Malditos Vecinos (Neighbors). EE.UU.2014. Dir.: Nicholas Stoller. Puedes saber más datos sobre esta película consultando su ficha en filmaffinity
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