martes, 6 de octubre de 2015

Ojalá fuera sólo una película | Capítulo 2

Mi vida sin mí


Sarah Polley, en "Mi vida sin mí".

Desde hace un par de años me obsesiona ser una persona lúcida. Me esfuerzo constantemente por mantenerme con los pies en la tierra, aunque a veces me doy cuenta de que llevo unos días levitando y me reprendo con amargura: no aprendes, si es que no aprendes. El motivo de mi empeño es ser honrada y no cegarme con problemas que, tengan o no tengan solución, hasta ahora no son tan graves como los que afrontan otras personas. Es cierto que uno tiene derecho a ahogarse en su propio vaso de agua sin pensar en nada más y que en ese momento es difícil relativizar; pero cuando se vuelve a la superficie me parece necesario hacerlo.

Despegué mis pies del suelo el jueves pasado cuando derramé accidentalmente el quitaesmalte en el hule y borró el estampado del mismo. Dejé que ese percance fuera el protagonista de mi día y me dediqué a pensar en lo que habría podido hacer para que no sucediese: si no me hubiese puesto a pintarme las uñas, no habría destrozado el hule; si hubiese retirado el hule, nada habría pasado. De acuerdo que puedo irritarme cuando siento que algo ocurre por un descuido tonto pero recrear mentalmente muchas veces un déjà vu en el que salvo un mantel es muy patético. Total, ahí estuve yo el jueves lamentando ese minuto en el que me había convertido en la culpable del borrón en el hule, hasta que sin querer me erigí en la responsable de dejar un rastro de esmalte en la pared al rozarla con mis uñas cuando iba a cerrar la puerta del salón. Rápidamente descendí al suelo. Me dije: ¿Ves? Las cosas pasan y si vas a darle tanta importancia a cualquier historia de éstas, no vas a dar abasto.

Por mucho que tropiece voy a seguir intentando valorar con inteligencia lo que merece mi preocupación y lo que no. Si algo aprendí cuando vi la preciosa película de Isabel Coixet que da título a esta entrada es que hay que buscar la felicidad día a día en lo que nos rodea porque un día podemos recibir malas noticias de esas que sí son alarmantes. Y la vida va a seguir su curso. Y en mi vida sin mí seguiría esa pared y ese hule manchados. ¿Y  qué? Me importan más las personas a las que dejaría que cualquier tipo de destrozo material.

Me he puesto unos zapatos con pesas para procurar no distanciarme de nuevo de la realidad. A ver cuánto me duran. Que mientras mi vida cuente conmigo, sólo quiero aprovecharla.

  • Película que da título al post: Mi vida sin mí (My Life Without Me). España. 2003. Dir.: Isabel Coixet. Puedes saber más datos sobre esta película consultando su ficha en filmaffinity